sábado, 9 de mayo de 2009



De un Colaborador y amigo del Blog
"Y me Paseaste a la Antigua"

…Y me paseaste a la antigua, para empezar a contar Primaveras

A mi familia, por compartir esta ilusión conmigo;a mis amigos por lo que su amistad significa;a todos aquellos que forman parte de un sueño al quealgunos , seguimos llamando Semana Santa.
Tu silueta nos iba dejando al paso de un metrónomo lleno de cofradía, que nos marcaba las hojas del árbol, por el cual va transcurriendo nuestra vida al paso que una Madre de Dios va llenando tu no tan lejano vacío.
La vida transcurría lenta, donde atrás habíamos dejado esas angostas plazas de calurosos atardeceres, para dar paso a las tardes otoñales de un león que traspasaría las fronteras de nuestro tiempo, que sería descontable por nuestra memoria, donde se cuentan los días por primaveras y los años por Viernes de Dolores.
Era tan solo un chiquillo, que ni siquiera había llegado a las fronteras de mi adolescencia, cuando tu mirada de dulce azucena me sorprendió una tarde fría de invierno, para acercarme al dintel de tu casa, donde una sombra de albero me empezó a contar tu historia, esa que tan solo tu sabes.
Despedimos al Invierno, con finas claras de mañana, teñidas del color dorado de tu trono, que barniza nuestra adolescencia, marchitando de pena las rosas de tu manto, para empezar con este sueño de primaveras.
Habíamos repasado horas y horas, las cuentas de nuestra memoria, cuando se agolparon en el corazón, esas campanas, que se oyen desde el cielo de esas tardes mordidas, por donde llega la emoción de nuestro silencio, que es el día de tu procesión, que sirve de excusa para el resto del año después de tan larga espera, soñando con atardecidas primaverales, por la ciudad que nos está esperando.
No veía pasar el tiempo por una casa, que era una primavera escondida, agolpada por los actos de cuaresma, donde la adolescencia dio paso al ritmo de nuestra vida sorprendiéndonos en medio de una larga tarde de estudio de Febrero.

Aquella tarde de contrastes, donde el sol daba un guiño a la verdad, haciendo clarear la mañana, no tenias puesta la túnica, ni llevabas la corbata de siempre, que con tanto mimo te ponías, en esa calle tan tuya, del antiguo puesto de cartón y cinta métrica, donde se arruga la ilusión de la espera, soñando con lo que tiene que llegar, paseándonos por nuestra ciudad.
El cielo había amanecido con un color, que se nos antojaba primavera, donde la noche ya no era noche, en una ciudad, que iba pasando hojas al calendario, mientras los días se iban alargando, echando un pulso a la realidad, transportándonos a un tiempo, para transformar la ciudad en diez días de aromas llenos de reflejos, por esas tardes inundadas de cofrades ejemplares.
Los suspiros de melancolía, sueña con ser la cruz de guía, que enarbola la tradición emanada desde un pasión, que llena el alma de nuestra Cofradía, donde una legión de negras túnicas y amarillos corazones, no quiere marcharse sin la Madre y Maestra, que cada primavera entra y busca en su casa una Madre de Dios, que se quita el tedio de la ilusión, para deshojar un instante más de nuestra vida.
Enfrente de la melancolía estábamos tu y yo, por donde va y viene el silencio de la espera, atravesando por esas lindas manos de doncella, ese rostro enamorado, que va contando nuestros primeros atardeceres, al paso de esas fechas, por donde anuda el romance de tus versos, al tiempo, que el cielo nos mantuvo la gracia de ser Cofrades en nuestra tierra.
Y la juventud nos iba a alejar de la realidad, dejando atrás un sueño de melancolía, que cada año quiere marcharse pasando por su casa, cruzando las piedras de su plaza, marcando el ramo de la vida, de un Barrio de Cofradía por donde escribía las memorias de tu vida.
La tarde ya rasgaba las anochecidas prodigiosas, por esa garganta tan profunda de ecos resoplantes, de ese hombre, que pasa el año repartiendo ilusiones, por esa esquina de siempre donde va y viene la noche, llenando de alegría esas voces inocentes, que aúna esa emoción de la espera entusiasmada, haciendo retomar de nuevo nuestra niñez, por los sonetos de nuestra infancia.
Estas fechas tan tuyas, donde la primavera escribe sobre letras en forma de azucenas, se nos escapa ya de las manos, cumpliendo la cita obligada y no escrita, para quedarnos al frente solos del tiempo de la última espera, repasando un año que cada vez pasa más de prisa, soñando con la luz exacta de esa brisa que nos recorre el alma, para asomarte al balcón de los cielos, por donde no muere la vida ni acaba la ilusión, de esa Gloria que otea ya tus sombras mas hermosas.
Alberto Diago Santos
Cofrade y Pasionista

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